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Acercándose el término del ciclo litúrgico, llamado el “Santoral”, la Iglesia que durante el año solo puede honrar determinadamente algunos de sus hijos más preclaros, quiere en la Fiesta de hoy congratularse con todos los millones de almas redimidas con la Sangre del Cordero, ensalzando a aquella “gran muchedumbre que nadie puede contar” (Apocalipsis VII, 9).
Esta Fiesta se celebraba ya en el siglo V con el título de Todos los Mártires. En Roma Bonifacio IV consagró el Panteón pagano al culto de María y de todos los Mártires, el día 13 de Mayo. Más tarde se dio a esta Fiesta un carácter más universal y se trasladó al Primero de Noviembre.
Fiesta íntima, que nos hace recordar a los Santos oscuros, parientes y amigos, que ya gozan de Dios, abriendo a la vez nuestro corazón a la esperanza de que un día será también nuestra Fiesta, la Fiesta de Todos los Santos. Día, por lo tanto, de cielo, día de fiesta hogareña, pues cada hogar y familia cristiana tiene en el cielo algún representante.
Padre Andrés Azcarate
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Indulgencia “Toties Quoties”
Desde el mediodía de hoy (Primero de Noviembre) y durante todo el día de mañana los fieles pueden ganar, en favor de las almas del Purgatorio, el Jubileo o Indulgencia plenaria “toties quoties” (o sea, una indulgencia plenaria por visita), visitando cualquier iglesia o capilla, confesando, comulgando y rezando cada vez 6 “Padre Nuestro”, 6 “Ave María”, y 6 “Gloria Patri”. Es ésta una inmensa riqueza espiritual que no hay que desperdiciar.
El Papa Pío XI concedió, el 10 de Diciembre de 1938, que esta indulgencia “toties quoties” las pudiesen lucrar, el domingo subsiguiente, con las mismas condiciones, aquellos que por estar legítimamente impedidos, no pudiesen acudir a visitar cualquier iglesia o capilla en el día prescrito (1 y 2 de Noviembre).
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Visita al Cementerio
Es costumbre muy tradicional visitar hoy y mañana (1 y 2 de Noviembre) el Cementerio. Esta visita debe ser para orar y meditar ante las tumbas de los seres queridos, mas no para profanar ese lugar sagrado con conversaciones, vestimenta indecente, y actitudes que ofendan el recato y la piedad. La mejor visita es la que se hace después de confesar, oír misa, y comulgar por los difuntos.
Padre Andrés Azcarate
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