sábado, 29 de julio de 2023

Dominus flevit - Padre Edgar Díaz

Jesús llora sobre Jerusalén

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Jesús lloró por Jerusalén: “Y cuando estuvo cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella” (San Lucas XIX, 41). El Señor no tuvo reparo en llorar por el amor que tenía a la Ciudad Santa, y porque veía en espíritu la terrible suerte que vendría sobre ella por obra de sus conductores.

sábado, 22 de julio de 2023

El administrador inicuo - Padre Edgar Díaz


El administrador inicuo

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Los hijos de la luz son los hijos del reino de Dios. Los hijos del siglo, en cambio, son los hijos de este mundo que no quieren oír de Dios, porque son enemigos de Dios, y se empeñan en serlo: “Los hijos del siglo, en sus relaciones con los de su especie, son más listos que los hijos de la luz” (San Lucas XVI, 8).

sábado, 15 de julio de 2023

Los falsos profetas - Padre Edgar Díaz

Nuestro Señor Jesucristo

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En la “Plegaria por la Iglesia”, en el comienzo del Canon de la Santa Misa, el sacerdote reza en comunión con el Papa (el problema que hay aquí con las misas “Una cum” es estar en comunión con los herejes al nombrarlo, uno de ellos Juan XXIII, quien firmó contrato con los comunistas de Moscú), también en comunión con el Obispo del lugar (que si está en comunión con el supuesto Papa también es un hereje), “y todos los que profesan la verdadera fe católica y apostólica”. Así termina la “Plegaria por la Iglesia”.

sábado, 8 de julio de 2023

La tierna compasión de Jesús - Padre Edgar Díaz


Giovanni Lanfranco - 1582-1647

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Cuando Jesús reapareció sobre las riberas del lago de Tiberíades, muy pronto lo rodearon grandes multitudes: “Y vinieron a Él turbas numerosas, llevando cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros, y los pusieron a sus pies, y Él los sanó” (San Mateo XV, 30).

sábado, 1 de julio de 2023

La Visitación - Padre Edgar Díaz

María visita a su Prima Isabel - Juan del Castillo

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El Catecismo del Conciliábulo Vaticano II, mal llamado “Catecismo de la Iglesia Católica”, en su número 2035, dice que la Iglesia católica considera la infalibilidad del Papa como efecto de una especial asistencia que Dios haría al romano pontífice cuando éste se propone definir como “divinamente revelada” una determinada doctrina sobre la fe o la moral.