Lorenzo Lotto |
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La novena de aguinaldos es una costumbre católica, arraigada en Colombia, Venezuela y Ecuador, relacionada con la festividad de Navidad. Es análoga a las Posadas que se celebran en México y América Central. Se trata de una oración rezada durante nueve días (novena) en la época previa a la Navidad (época de aguinaldos o regalos). Se acompaña la Novena con el canto de villancicos.
El rezo de la novena
Se reza durante 9 días desde el 16 hasta el 24 de diciembre, rememorando los meses previos al nacimiento de Jesús y terminando con su llegada en el pesebre de Belén. A continuación, se indica el esquema de oraciones usando la versión tradicional de la madre María Ignacia.
Cada día se reza un conjunto de oraciones que son:
Oración para todos los días
Consideraciones del día
Oración a la Santísima Virgen
Oración a San José
Gozos o Aspiraciones para la venida del Niño Jesús
Oración al Niño Jesús
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Oración para todos los días
Este texto es original de Fray Fernando de Jesús Larrea.
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio; y en retorno de Él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació, y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna, y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre)
Consideraciones para el Día Sexto, el 21 de Diciembre
Jesús había sido concebido en Nazaret, domicilio de San José y de María, y allí era de creerse que había de nacer, según todas las probabilidades. Más Dios lo tenía dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese esa predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a saber: la orden dada por el emperador Augusto de que todos los súbditos del imperio romano se empadronasen en el lugar de donde eran originarios. María y José como descendientes que eran de David, no estaban dispensados de ir a Belén, y ni la situación de la Virgen Santísima ni la necesidad en que estaba José del trabajo diario que les aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso viaje, la estación más rigurosa e incómoda del año. No ignoraba Jesús en qué lugar debería nacer e inspiraba a sus padres que se entreguen a la Providencia, y que de esta manera concurran inconscientemente a la ejecución de sus designios. Almas interiores observad este manejo del divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual: aprended que quien se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de querer en cada instante sino lo que Dios quiera para él; siguiéndole ciegamente aún en las cosas exteriores, tales como el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle. Ocasión tendréis de observar esta dependencia y esta fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y éste es el punto sobre el cual se han esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad.
Oración a la Santísima Virgen
Este texto es original de Fray Fernando de Jesús y adaptado por la Madre María Ignacia.
Se reza todos los días.
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por Madre suya. Os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad.
Amén.
(Se reza nueve veces el Ave María).
Oración a San José
Este texto es original de Fray Fernando de Jesús Larrea. Se reza todos los días.
¡Oh, Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre)
Gozos
Se rezan todos los días. La respuesta es, en muchas ocasiones, cantada.
Coro
Dulce Jesús Mío,
mi niño adorado:
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
1
¡Oh Sapiencia suma
del Dios soberano,
que a infantil alcance
te rebajas sacro!
¡Oh Divino Niño
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
2
¡Oh, Adonaí potente
que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah, ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
3
¡Oh raíz sagrada
de Jesé que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
“Lirio de los Valles,
Bella flor del campo”!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
4
¡Llave de David
que abre al desterrado
las cerradas puertas
de regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano
de la cárcel triste
que labró el pecado!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
5
¡Oh lumbre de Oriente,
sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
6
¡Espejo sin mancha
santo de los santos,
sin igual imagen del
Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño,
da al mísero amparo!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
7
¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro.
de Israel anhelo,
pastor de rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca
ya el cordero manso!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
8
¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo!
¡Ven hermoso Niño!
¡Ven Dios humanado!
¡Luce, hermosa estrella,
brota, flor del campo!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
9
Ven que ya María
previene sus brazos
do su Niño vean
en tiempo cercano!
¡Ven que ya José
con anhelo sacro
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
10
¡Del débil auxilio,
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
11
¡Véante mis ojos
de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas!
¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!
respuesta
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
12
¡Ven Salvador Nuestro
por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
Oración al Niño Jesús
Este texto es originalmente traducido por la madre María Ignacia:
Acordaos, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en Vos, ¡Oh, Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concedednos por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, ¡oh, Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica.
Amén.