martes, 16 de febrero de 2021

Miércoles de Cenizas – San Mateo VI, 16-21 – 21-02-17 – Padre Edgar Díaz

Jesús ayunando cuarenta días y noches

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San Bernardo enseña que el Santo tiempo de Cuaresma es el tiempo de combates y victorias para el Católico.

¿Por qué combates y victorias? Porque nuestra vida aquí en la tierra está continuamente asediada por enemigos: el diablo, el mundo, y el propio yo. Es por eso por lo que el Catolicismo parece estar siempre hablando de luchas y no de alegrías. Esa es nuestra realidad, mientras estemos en esta tierra.

En estos combates, las luchas se pelean con armas específicas y muy poco convencionales: el ayuno, es una de ellas, y la penitencia, es otra, entre tantas. Hoy el Católico se ha olvidado de estas armas, y busca desesperadamente combatir el mal con armas que no son las adecuadas. Pues bien, al mal se lo combate con ayunos y penitencias.

Es por eso por lo que debemos recobrar la confianza en estas armas que fueron siempre recomendadas por la Iglesia, porque son las armas que usó Nuestro Señor Jesucristo para vencer al demonio. Y, además, a pesar del esfuerzo que el ayuno y la penitencia demandan, hay que siempre afrontarlas con ánimo, con confianza, y con fervor, sabiendo de antemano que conducen a la victoria.

La Cuaresma es el tiempo en que el Católico más debe dedicarse a estas luchas. Debemos, pues, comenzar esta carrera, sabiendo que le agradan mucho a Dios, que son estas luchas parte de la religión, es decir, los medios por los cuales nos unimos y relacionamos con Dios, a través de los que le demostramos que queremos estar a su lado, y en contra de sus enemigos, y que, por lo tanto, por respeto a Él, debemos observar con exactitud.

Un ejemplo de esto es la exactitud con la que debemos observar el ayuno de los viernes, día en el cual, además de ayunar, debemos abstenernos de comer carne, y que desgraciadamente el mundo, uno de los enemigos de Dios, se ha impuesto sobre el Catolicismo. Hoy es común ser invitado a comer carne los viernes, y muy particularmente, aquí en Argentina.

La ley del ayuno y de la penitencia es una ley, continúa San Bernardo, común a todos los fieles Católicos, pues seguimos a Jesucristo, quien ayunó durante cuarenta días y noches, para vencer al demonio. ¿Se atrevería un Católico a dispensarse del ayuno de Cuaresma?

San Agustín dice que el ayuno de cuarenta días establecido por la Iglesia está autorizado por el Antiguo y el Nuevo Testamento. 

Moisés y Elías ayunaron un número igual de días seguidos. El Evangelio nos muestra a Jesucristo ayunando otro tanto tiempo; por donde vemos la conformidad del Evangelio con la ley dada por Moisés, y con los profetas, representados por Elías. 

Sin duda, por esto, añade San Agustín, apareció Jesucristo entre Moisés y Elías en su transfiguración, fiesta que celebraremos en unos días, en el Segundo Domingo de Cuaresma, para significar más auténticamente lo que San Pablo dice del Salvador, que la ley (Moisés) y los profetas (Elías) dan testimonio de Él. 

Puede decirse con verdad que el ayuno de la Cuaresma es tan antiguo como el Evangelio, puesto que el Hijo de Dios no comenzó a predicar su Evangelio, sino después de haber ayunado cuarenta días y noches.

Pero, aunque pueda decirse que fue ésta la primera institución de la Cuaresma, puesto que San Jerónimo dice que Jesucristo santificó entonces el ayuno de los Católicos, no se puede decir que el ejemplo de Jesucristo haya sido desde entonces una ley inviolable, a la cual hayan estado sujetos todos sus discípulos. 

Aún por la misma respuesta que Jesús dio a los Fariseos parece que no había querido obligar a sus discípulos a que ayunasen hasta después que estuviesen privados de la presencia del Esposo Celestial, es decir, hasta después de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Día vendrá, dice Jesús, en que se les será quitado el Esposo, y entonces ayunarán. 

En efecto, apenas Jesús había subido al cielo, en el día de la Ascensión, cuando los ayunos comenzaron a ser muy frecuentes entre los Apóstoles y entre los primeros fieles.

Así es que, aunque el ayuno sea de Precepto Divino, una ley dada por Dios, el establecimiento de la Cuaresma, esto es, la forma del ayuno, o la manera de ayunar un número de días reglado antes de Pascua, es de Institución Apostólica, es decir, fue determinado por los Apóstoles. 

Dice San Jerónimo que Jesús santificó por su ayuno de cuarenta días el ayuno solemne de los Católicos, y su ejemplo fue la primera institución de la Cuaresma; pero no hizo entonces un precepto expreso. 

Probablemente, desde su resurrección hasta su ascensión, fue cuando enseñando a sus Apóstoles acerca del modo con que debían formar su Iglesia, y las observancias religiosas que quería que se estableciesen en ella, les indicó el tiempo y la forma del ayuno de Cuaresma.

El ejemplo del Salvador del mundo fijó el número de días, y el tiempo inmediatamente anterior a la Pascua, les pareció a los Apóstoles el más apropiado para que sirviese de preparación a la gran fiesta de la Pascua.

En efecto, dice San Agustín, no podría elegirse en todo el año un tiempo más conveniente para el ayuno de Cuaresma que el que termina en la Pasión de Jesucristo; y éste es puntualmente, el que el Espíritu Santo ha fijado en la Iglesia. 

Como las seis semanas de Cuaresma no comprenden más que treinta y seis días de ayuno, la Iglesia, siempre conducida por el Espíritu Santo, añadió a esos treinta y seis días los cuatro días que faltaban para completar los cuarenta. Es por eso por lo que ha fijado el principio de la Cuaresma el Miércoles de Ceniza, es decir, cuatro días precedentes a las cuatro semanas de Cuaresma. 

Así se llama este primer día del ayuno de Cuaresma, a causa de la santa ceremonia de imponer las cenizas sobre las cabezas de los Católicos, símbolo, ciertamente, de lo que seremos cuando acaezca nuestra muerte. Demás estaría recordar que el Miércoles de Ceniza es un día de ayuno y abstención.

Mientras tanto, comencemos esta Santa Cuaresma con el buen propósito de ayunar y hacer penitencia para ser cada vez más agradables a Dios. Amén.

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Me he servido del Padre Juan Croisset.

Leyes sobre la Abstinencia y el Ayuno