lunes, 1 de noviembre de 2021

Resignación - José María Pemán

Caravaggio - El Sacrificio de Isaac

*

Bendito seas Señor

por tu infinita bondad,

porque pones con amor

sobre espinas de dolor

rosas de conformidad.


Que triste es mi caminar,

llevo en mi pecho escondido

un gemido de pesar,

y en mis labios un cantar

para esconder mi gemido.


Mi poesía soñadora

es agua murmuradora

de corriente mansa y grave,

que, al murmurar, no se sabe

si es que canta o que llora.


Y es que temiendo Señor

que este mundo burlador

se burle de mis pesares,

voy ahogando entre cantares

los ayes de mi dolor.


No quiero que en mi cantar

mi pena se transparente

quiero sufrir y callar

no quiero dar a la gente

migajas de mi pesar.


Tú sólo, Dios y Señor,

Tú que por amor me hieres,

Tú que con inmenso amor

pruebas con mayor dolor

a las almas que más quieres.


Tú sólo lo has de saber,

que sólo quiero cantar

mi secreto padecer

a quien lo ha de comprender

y lo puede consolar.


Bendito seas Señor

por tu infinita bondad,

porque pones con amor

sobre espinas de dolor

rosas de conformidad.


Será el dolor que viniera

en buena hora recibido.

Venga pues, lo que Dios quiere.

¿Qué importa verme herido

si es mi Dios el que me hiere?


Yo no me quejo Señor,

yo sé que es gozo el dolor,

si se sufre por amor,

y el padecer es gozar

si se padece de amor.


Sé que para el peregrino

que busca el placer divino

de padecer de amores,

las espinas del camino

se van convirtiendo en flores.


Yo no me quejo Señor,

quiero por amor gozar

la locura del dolor,

quiero hacer mi vida un altar

de un sacrificio de amor.


Vivir sin pena de amores

es triste vivir sombrío,

como el del agua de un río

que, sin árboles ni flores,

va por un camino baldío.


Vivo de falsa alegría

yo no te envidio, que el día

que fuera mi vida así

temblando de horror diría:

"Dios se ha olvidado de mí".


No huyáis penas y dolores

con flaqueza de cobardes,

ni busquéis falsos amores

que mueren como las flores

con el morir de la tarde.


Saber sufrir y tener

el alma recia y curtida

es lo que importa saber,

LA CIENCIA DEL PADECER

ES LA CIENCIA DE LA VIDA.


No hay como saber sufrir

con entereza el dolor,

para saber combatir,

que el dolor es la mejor

enseñanza de la vida.


El ayuda con su mano

las empresas duraderas

del vivir fecundo y sano,

él sabe aventar el grano

la suciedad de las eras,


él nos enseña a tener

siempre el alma apercibida,

y a esperar y a no temer,

y a dar su justo valor

a las cosas de la vida.


Nos enseña a caminar

por la vida y a luchar

con ánimo bien templado

para no desesperar

ni aun esperar demasiado.


Es saludable lección

para las nobles pasiones,

cauterio del corazón

freno de las tentaciones

y escuela de perfección.


Por eso Dios y Señor,

porque por amor me hieres,

porque con inmenso amor

pruebas con mayor dolor

a las almas que más quieres.


Porque sufrir es curar

las llagas del corazón,

porque sé que nos has de dar

consuelo y resignación

a medida del pesar.


Por tu bondad y tu amor

porque lo mandas y quieres,

porque es tuyo mi dolor,

Bendita sea, Señor,

la mano con que me hieres.


José María Pemán