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Para cualquier necesidad
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Oración Preparatoria para todos los días
Virgen Santísima, socorro perpetuo de las almas que se acogen a vuestro amor maternal: dignaos pedir por mí a vuestro santísimo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, para que le sean agradables todos mis pensamientos, palabras y acciones de este día y toda mi vida.
Aceptad, ¡Oh, tierna madre mía! el corto obsequio que os ofrezco en esta Novena, y alcanzadme el favor que en ella os pido, si conviene para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de mi alma. Amén.
Rezad, a continuación, la oración del día que corresponda:
DÍA TERCERO
Venerar a nuestra Señora del Perpetuo Socorro es medio seguro para conseguir todos los tesoros del cielo.
Consideremos cada una de las palabras de esta advocación: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
María es Señora, es decir, Madre de Dios, Reina poderosa del cielo y de la tierra. María es nuestra: nuestra, por ser Madre del Redentor de los hombres, Abogada de los pecadores, Madre de misericordia y Corredentora; y nuestra, sobre todo, por su maravillosa ternura de Madre. María es nuestro socorro, porque con él nos libra de la mayor de las desgracias de esta vida, o sea del pecado. María vela por nosotros, quita las ocasiones, y disminuye la vehemencia de las tentaciones; María conserva en sus hijos, la gracia santificante y el amor de Dios, y les consigue la perseverancia; María suaviza nuestras penas temporales y espirituales.
Por ultimo, es María nuestro socorro perpetuo, porque nos socorre a todas horas y en todos los instantes. Es nuestro socorro en el momento oportuno, en el formidable trance de la muerte y en medio de las llamas del Purgatorio. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)
Oración
¡Oh, Señora Nuestra, Madre del Perpetuo Socorro! ¡Cuantos tesoros de gracias y bendiciones proporcionáis a los individuos y a las familias que a Vos se consagran! ¡Oh, Madre mía! Dignaos recibirnos a todos como a hijos vuestros y derramar sobre todas las familias de los que estamos aquí vuestros insignes favores.
Práctica
Introducir cada vez más en la respectiva familia la costumbre de recurrir familiar y continuamente a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.