Falso Profeta |
Punto 10
“No veo cómo encajar esas profecías privadas en el riguroso texto bíblico. En ninguna parte está escrito que en medio de la gran apostasía vendrá un paréntesis de vivísima fe y caridad en el orbe y después se reanudará la apostasía, lo cual es, además, históricamente inverosímil”.
Si las profecías privadas no coinciden con la Sagrada Escritura, luego no son de Dios. Sin embargo, podría ocurrir que hayan sido profecías condicionales. Las profecías privadas que el Padre refiere en este texto (profecías de la Edad Media), y las demás profecías privadas que existan, que hoy pululan debido a la gran demanda espiritual por conocer dónde estamos parados y el futuro inmediato, pueden ser condicionales. Entonces, si se cumple la condición, se cumplirá lo profetizado, y esto es de Dios.
Mas en general, deberíamos temer a las profecías privadas. Lamentablemente, debido a la gran apostasía en la Iglesia, no es posible tener seguridad sobre ellas. Conviene tener como principio dudar de ellas, pues, o no existe un ente que se dedique a verificar la autenticidad, o, si existe, su juicio sería de desconfiar, de la misma manera que se debe desconfiar de los sacramentos de la Iglesia Conciliar por ser dudosos.
Por lo tanto, hoy más que nunca, hay que aferrarse solo a la Sagrada Escritura. Allí está todo lo que necesitamos saber para nuestra salvación. No necesitamos de profecías privadas; y menos aún, hoy, en el marco de la gran confusión en que vivimos. No necesitamos añadir a nuestra confusión otra confusión más que provenga de una profecía privada. ¡Señor, ten misericordia de nosotros!
Punto 11
“Todas esas profecías de triunfo surgidas en épocas de tribulación me son un poco sospechosas. Tengo desconfianza a todo lo que en el mundo hoy fomenta la creencia vulgar, estúpida y herética, de que el mundo durará todavía miles y miles de años; que todo esto de ahora se nos arreglará fácilmente; que nos espera una era de prosperidad maravillosa y, en suma, que estos dolores universales no pueden ser agonía, sino que deben ser necesariamente dolores de parto, el alumbramiento entonces de un breve new world. Eso es lo que me escama. Una especie de mesianismo del progreso o milenarismo de la ciencia, sobre el cual Renán y otros tales anticristos o pseudo-profetas de hoy escriben páginas tan brillantes. Y muchos católicos lo creen y toman esas benditas profecías del pastor angélico para consolarse como enfermos incapaces de encarar si quiera el pensamiento de la posible muerte. Esto es lo diametralmente opuesto al haz penitencia porque vuelvo pronto, del Libro Revelado. Este mundo debe durar todavía miles y miles de años antes de enfriarse, gritan jubilosos, al ver que el mundo se va calentando cada vez más. Pero esa es justamente la señal que da San Pablo de la Parusía. No se creerá ya más en ella”.
El Padre Castellani está hablando de unas profecías medievales. Sin embargo, su criterio es perfectamente extensivo a las profecías privadas de hoy. La descripción de la situación del mundo que Castellani hace en este texto fue escrita allá por los años 40, hace ya unos 80 años. Si Castellani no es profeta, entonces no sé qué es.
No se creerá ya más en la Parusía, en la Segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo. Entonces surgen las opciones. O tiramos la Parusía para más adelante, bien lejos de nosotros y de nuestro tiempo, varios siglos más adelante para que no nos afecte… O la tomamos y aceptamos tal cual es, la raptamos, la violamos, le quitamos el verdadero contenido y sentido, le inoculamos otro contenido y otro sentido, y la volvemos a largar… la reciclamos… Y esto es precisamente lo que hace una profecía privada que no viene de Dios.
Hasta la próxima entrega