“En suma, es la vulgar actitud conciliadora y contemporizadora del evolucionismo teológico, la herejía más difundida y menos conocida de nuestros días que tiene como raíz el no pensar en la parusía, ni tenerla en cuenta, ni creerla, quizá, sin negarla explícitamente, polarizando las esperanzas religiosas de la humanidad hacia el foco del progresismo mennesiano. Un día este siglo, el ciclo adámico, tiene que agonizar en la tribulación mayor que hubo desde el diluvio acá, y morir, y resucitar. Hay una especie de rehúse oculto del martirio en esta posición. Un buscar la añadidura por medio del reino y una evacuación de la cruz de Cristo”.
Hasta la próxima