domingo, 18 de julio de 2021

Dom VIII post Pent – Así de sagaces… – San Lucas XVI, 1-9 – 2021-07-18 – Padre Edgar Díaz


Un Mayordomo Viejo y Sagaz

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El Evangelio de hoy presenta dificultades que provienen de la imprecisión humana que llevó a traducir mal dos palabras que impiden entender el texto correctamente.

Por un lado, hay que decir que el mayordomo no es infiel o inicuo. Mejor traducción es “sagaz”.

Si bien la Biblia es verdadera, inspirada, infalible, e inerrante, las traducciones pueden ser imprecisas. Por eso hay que ir a la sustancia del texto y del contexto, y también hay que usar bien de la inteligencia para hacer las conexiones necesarias.

“Sagaz” es quien tiene facilidad para comprender las cosas y para percibir con claridad lo que conllevan. Un sinónimo de sagaz que no presenta dificultades es “perspicaz”. Pero sí presenta dificultad este otro sinónimo: “astuto”. En este caso, si usáramos esta palabra, deberíamos aclarar que se trata de “astuto” en el buen sentido.

La intención del mayordomo no era la de engañar o cometer un fraude. Esto sería ser “astuto” en el mal sentido.

En cambio, el mayordomo fue sagaz. Fue hábil para evitarse un problema futuro, que él veía que se le venía encima, pues fue acusado (injustamente) de dilapidar los bienes del dueño. 

Por eso, puso los medios necesarios para que la dificultad que tendría que enfrentar al quedarse sin trabajo le afectara lo menos posible. Esto es obrar sagazmente, y por esto fue alabado por Nuestro Señor.

El mayordomo no fue infiel, ni inicuo, ni cometió fraude, pues nunca podría haber sido alabado o puesto por modelo por Nuestro Señor. Estaba dentro de sus obligaciones y responsabilidades hacer descuentos a sus clientes y esto él lo manejaba de acuerdo con la conveniencia del negocio. 

Debemos entender bien que no estaba cometiendo un delito; no estaba robando, sino arreglando las cosas, dentro de sus responsabilidades, en vistas al futuro negro que se asomaba sobre él. 

Al presentarnos esta parábola Nuestro Señor Jesucristo nos da una imagen tomada del ámbito natural del trabajo para que nos sirva de modelo de cómo debemos actuar en el ámbito sobrenatural de la gracia y la vida espiritual.

Y la lección aplicada en el orden espiritual es la de granjearse amigos en el cielo, para que nos ayuden a llegar allí. Mejor es acudir a ellos que depender de nuestras pobres fuerzas y habilidades.

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La segunda dificultad proviene de la expresión “riquezas o dinero de iniquidad”. A simple vista, parecería que se trata de dinero robado, pero ya vimos que el mayordomo no robó dinero en absoluto. 

Por eso, “dinero de iniquidad” es dinero mal habido no en el sentido de “robado”, el cual ciertamente es mal habido, y de ahí viene la confusión, sino en el sentido de provenir de una acción que en sí misma es buena o al menos indiferente pero que está salpicada por algunas circunstancias injustas o deshonestas que la hacen mala.

El dinero inicuo es aquel que proviene de una acción que va en contra de la justicia, el bien común, y la moral, pero no en cuanto a robado. Si la parábola significara el dinero mal habido en cuanto a robado, entonces no podría haber sido puesto como ejemplo, pues el dinero robado no puede ser dado en limosnas.

Algunos ejemplos de acciones buenas o indiferentes en sí mismas: ofrecer un servicio; vender; regalar; recibir; aceptar.

Algunos ejemplos de circunstancias que hacen malas a estas acciones que por sí mismas son buenas o indiferentes: ofrecer el servicio de taxi a una persona que resultó ser un ladrón; vender drogas; vender anticonceptivos, o abortivos, o pornografía; regalar o dar el cuerpo en prostitución; dar, recibir o aceptar una coima; etc.

El dinero obtenido por estas acciones es mal habido, no en el sentido de robado, sino en el sentido de provenir de una acción manchada. El dinero le pertenece en justicia, pues la persona hizo un servicio, o vendió algo. Pero es mal habido por la inmoralidad que acompaña la acción. 

Por eso, Nuestro Señor le aconseja a esta persona que se granjee amigos en el cielo dando su dinero en limosnas.

El dinero mal habido por haber sido robado no puede ser dado en limosnas; lo que corresponde es restituirlo. Solo se debería dar en limosnas cuando por algún impedimento no pueda restituirse a su legítimo dueño. Si tal es así, se debería repartir en limosnas, pero solo como manera de restituir a alguien que por algún impedimento no se le pueda restituir.

¡Qué difícil vivir equilibradamente y, a la vez, a contracorriente, mientras este mundo se pudre lentamente! 

Dice San Juan Crisóstomo que detrás de toda fortuna hay una gran iniquidad. Las grandes riquezas y fortunas tienen por detrás un gran robo. Toda fortuna proviene casi seguramente de haber sido ganado de una manera que va contra la justicia, la equidad, y el bien común. Toda fortuna es hecha por seres humanos afectados por el pecado original.

Por eso, previendo que el dinero pueda estar manchado, hagamos con él lo mejor que podemos hacer: limosnas.

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El pasado viernes 16 de Julio fue la Conmemoración de Nuestra Señora del Carmen. En ese día el Sr. Bergoglio, el falso “Vicario de Cristo”, de un plumazo derogó el documento del anterior falso vicario Benedicto XVI que la línea media tradicionalista tanto apreciaba y que les permitía tener libremente la versión Bugnini de la Santa Misa Católica, sepultada por Ratzinger bajo el mote de forma extraordinaria.

De ahora en más, en la secta del Vaticano II, no hay más que la llamada forma ordinaria del Novus Ordo Missae de Pablo VI. Un verdadero baldazo de agua fría para aquellos que aún pretendían tener la Santa Misa Católica, y, a la vez, estar bajo el amparo de un Papa inexistente al cual ellos ven en la persona del Sr. Bergoglio. Pues bien, Bergoglio se quitó la careta de una vez por todas, y los echó de su secta. Guerra total. 

De ahora en más, cualquier sacerdote que quiera celebrar la Santa Misa Católica deberá primero pedir permiso al “obispo” local quien a su vez presentará el caso a Roma. 

El sacerdote (como así también los fieles que quieran asistir a su Misa) será duramente cuestionado sobre si duda o no de la validez o legitimidad de la Novus Ordo Missae de Pablo VI. Se le pedirá además jurar lealtad al Sr. Bergoglio.

En caso de obtener el permiso – lo cual dudamos – solo podría celebrar la Santa Misa en un lugar designado por el “obispo”, pero no en una parroquia.

A su vez, la Epístola y el Evangelio no podrán ser leídos nunca más en Latín. Solo en lengua vernácula.

No se permitirán más grupos de fieles que se asocien con relación a la Santa Misa Católica.

Como puede verse claramente, la secta del Vaticano II se ha desasido de cualquier vestigio de catolicismo que les quedara en la liturgia. Esto prueba que verdaderamente no es la Iglesia Católica.

Quien quiera seguir celebrando o asistiendo a la Santa Misa Católica deberá independizarse del Sr. Bergoglio. No queda otra salida y es la salida que varios tomamos ya hace tiempo.

Por lo tanto, la acción del Sr. Bergoglio divide las aguas.

Pone en su justo lugar a la verdadera Santa Misa Católica, así como llegó al año 1950, en tiempos de Pío XII, (y que solo es celebrada por quien entiende el problema Bugnini y que obviamente está ya desafectado de la secta del Vaticano II).

Por contraste, saca a la luz los cambios blasfemos, sacrílegos e incluso heréticos de la Nueva Misa en Latín de 1962, diseñada por el sacerdote francmasón Aníbal Bugnini, cuyo propósito declarado era convertir el Santa Misa Católica en un servicio protestante, objetivo que logró con la Novus Ordo Missae de Pablo VI en 1969.

Por lo tanto, el decreto del Sr. Bergoglio suprime la fabricación Bugnini, la Nueva Misa en Latín del Vaticano II de 1962, conocida como Misa de Juan XXIII, cuyo propósito era precisamente suplantar la Santa Misa Católica, además de “ir acostumbrando” a los fieles católicos a aceptar los grandes cambios que vendrían después del Anti-Concilio Vaticano II (1962-1965) con la Novus Ordo Missae de Pablo VI en 1969.

Esta misa fabricada por Bugnini como paso previo a la Novus Ordo Missae de Pablo VI es la misa que venía celebrando la Fraternidad de San Pío X, de Mons. Lefevbre, cuyas últimas intenciones eran la de reconciliarse con Roma, es decir, con el Sr. Bergoglio. Pues bien, ahora Bergoglio les obligará aceptar y celebrar no solo la Novus Ordo Missae de Pablo VI sino también todo el contenido del Anti-concilio Vaticano II.

Como dice el Salmo CXVII, 9, “Es bueno confiar en el Señor, en lugar de confiar en los príncipes”. Las personas que depositaron su confianza en modernistas usurpadores como Francisco, o Benedicto XVI, obtuvieron… Modernismo.

Los verdaderos católicos consideramos a la Nueva Iglesia del Nuevo Orden como totalmente falsa. Precisamente es falsa por su Nueva Misa, por sus Nuevos Sacramentos, sus Nuevos Dogmas y Nueva (In)moralidad, y es un fraude cuidadosamente diseñado, así como lo fueron tantos otros fraudes similares en la historia de la Iglesia, tales como las multitudinarias sectas protestantes, o algo peor.

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Igual de listos que los hijos de este siglo debemos ser los verdaderos católicos.

Si ellos son así de sagaces para manipular toda la estructura que a la Iglesia le llevó más de 2000 años construir, la cual usan para engañar a tantos incautos, los hijos de la luz deberíamos ser igual de sagaces, como el mayordomo de nuestra parábola, en procurar nuestra salvación saliendo del error, la maquinación, y la perversión de la secta del Vaticano II.

Si los hijos de este mundo son así de sagaces con el dinero, los hijos de la luz deberíamos ser igual de sagaces con las gracias que Dios nos da.

Si la persona que gana o vive de dinero mal habido se arrepiente, hágase amigos, cómprese el cielo, haciendo limosna. 

Si no puede pagar con dinero, al menos haga ayuno, mortificación, oración, y soporte esta vida.

Granjéese amigos; ¿Cuáles Amigos? 

La parábola da una nueva y espléndida confirmación de la realidad y eficacia del libre albedrío del hombre y de la vigencia de la doctrina católica de la intercesión de la Virgen y los santos.

Si la religión es un acto de amor mutuo entre el hombre y Dios, este amor debe ser ante todo libre y espontáneo por parte del hombre.

Pero como Dios no es envidioso, sino Padre generoso y benévolo, escucha, y no puede dejar de escuchar, la voz de las almas más preclaras que brillan a su lado con su luz y disfrutan de su alegría con Él. 

Dios no puede dejar de escuchar la voz de su divina Madre, la Santísima Virgen María, que modeló la vida temporal de Jesús en la tierra, y lo siguió con amor hasta el pie de la Cruz.

Dios no puede dejar de escuchar la voz de los mártires que dieron la mayor prueba de amor que hombre alguno pueda dar a Dios con el derramamiento de su sangre. 

Dios también escucha a los Confesores de la Fe; a nuestros seres queridos que gozan ya de la vida eterna, después de una vida de humilde fidelidad a la gracia aquí en la tierra.

Estos son los amigos que nos debemos granjear: Nuestra Señora, los Ángeles, los Apóstoles, los Mártires, las Vírgenes, los Confesores.

Es a este ejército celestial al que debemos pedir ayuda y protección; es a ellos, no a los hombres de aquí abajo, por muy poderosos que sean, a quienes debemos darnos a conocer, a través de nuestra devoción y súplicas a ellos.

En el umbral de la vida eterna, cuando la muerte se anuncie sin equívocos, no serán nuestros negocios, ni nuestras habilidades y talentos quienes nos ayudarán, sino sólo la voz purísima de los santos quienes desterrarán las angustias de la muerte de nuestro lado y nos obtendrán la misericordia de Dios para nuestra salvación.

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https://novusordowatch.org/ y http://traditio.com/