Alvaro Pirez (1430) Portugal |
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Con esta fiesta se cierra el ciclo de Navidad. Es ésta una fiesta muy antigua, tanto en Oriente como en Occidente.
A la misa del día le precedía una procesión, en la que el pueblo llevaba antorchas o cirios encendidos, antorchas y sirios hasta el siglo X ordinarios, pero en lo sucesivo santificados con una bendición especial, que es como ahora se usa.
El objeto de la fiesta de la purificación, propiamente dicha, es recordar la presentación del Niño Jesús en el templo por la Santísima Virgen y San José y la ofrenda de las dos tortolillas por parte de los mismos. De esa manera cumplió María, sin estar obligada a ello, a la ley de Moisés, en su doble faz: la de purificarse Ella, a los 40 días de su alumbramiento, pagando el tributo de las tortolillas (Levítico XII, 2), como pobre que era; y la de ofrecerle a Dios a su Hijo primogénito, y rescatarlo (Números III, 13 y XVIII, 15).
La fiesta de hoy se compone de tres partes: primero, la Bendición de las Candelas; segundo, la Procesión de las Candelas; y tercero, la Misa de la Purificación.
Primero, la Bendición de las Candelas
Ésta es una de las bendiciones solemnes del año litúrgico. Se celebra con ornamentos morados y por el sacerdote de mayor dignidad de cada Iglesia. Las cinco bellísimas oraciones de las que está compuesta la bendición explican con elocuencia el simbolismo de las candelas que se bendicen.
Segundo, la Procesión de las Candelas
Las Candelas hoy bendecidas se las llevan los fieles a sus casas con respeto y devoción. Pueden encenderlas cuando amenazan epidemias, tempestades peligrosas o incendios, para que preserven de esos males al hogar; también ante el lecho de los moribundos.
Sigue la Misa de la Purificación
Durante el Evangelio todos tienen las velas encendidas.