Resurrección de Jesucristo Pintura del 1445 |
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Rito Dominical de la Aspersión
Los Domingos antes de la misa conventual y parroquial, suele tener lugar el rito de la Aspersión, para purificar el templo y a los asistentes. Hay una oración que se usa en los Domingos durante el año, y hay una oración especial para los Domingos del tiempo Pascual.
Tiempo Pascual
Se llama Tiempo Pascual a los días que median entre la Pascua de Resurrección y la Pascua de Pentecostés. Cristo pudo dar por terminada su permanencia en la tierra el día de su Resurrección; pero prefirió convivir con los suyos cuarenta días más: primero, para consolarlos de las tristezas y amarguras sufridas con motivo de su Pasión y Muerte; segundo, para robustecer su fe en el misterio de la Resurrección, fundamento de todos los demás misterios cristianos; tercero, para estimular la esperanza en la resurrección universal, fruto y como corolario de la suya; cuarto, para confidenciar con ellos acerca de ciertos puntos de doctrina y sobre la organización de la Iglesia; y quinto, para instituir algunos Sacramentos.
Tales son también las preocupaciones de la liturgia pascual. Los ornamentos blancos, el uso de floreros en el altar, los frecuentes aleluyas, la presencia del Cirio pascual en el presbiterio, todo nos convida a la alegría y a celebrar el triunfo de la Resurrección.
Domingo de Pascua de Resurrección
El Domingo de Pascua es el día verdaderamente grande y esplendoroso de la Iglesia de Dios. La idea del triunfo de Cristo sobre sus enemigos lo llena todo. Todos los textos del rezo litúrgico y de la misa son gritos de victoria, reforzados por repetidos y jubilosos aleluyas. Esta Pascua es como la primavera de las almas: en ella se renueva todo, y sobre todo se robustecen la fe, la esperanza y la caridad.
Haber resucitado hoy Cristo es haber dado al mundo, creyente o no, la firma más auténtica de la verdad de su Religión y, por lo tanto, de la divinidad de su Iglesia. ¡Al Cordero vencedor y para siempre glorificado, sea hoy y siempre, todo honor, gloria, alabanza y bendición!
La Semana de Pascua
La Pascua de Resurrección se prolonga, durante toda esta semana, con oficios y misas propios y encantadores, alusivos al hecho de la Resurrección del Señor y a los recién bautizados. Antiguamente toda esta semana era fiesta de precepto para todos, de suerte que ni el comercio se abría si no era para despachar las cosas de urgente necesidad. Posteriormente se les permitió a los labradores ir al campo, los tres días últimos, para las labores más perentorias. Luego se redujo el precepto al lunes y al martes; más tarde a solo el lunes, y por fin quedó limitado al domingo. Los neófitos asistían diariamente a la misa cantada y a las vísperas, vestidos con los trajes blancos que recibieron el día de su bautismo y con el cirio bautismal en la mano. Por eso toda la liturgia de la semana tendía a confirmarlos e instruirlos más y más en la fe y a prepararlos para la vida cristiana que iban a iniciar.
Sábado “in albis”
De toda la semana de Pascua el día de hoy es el más interesante. Llámase Sábado “in albis deponendis”, porque en él eran despojados, antiguamente, los neófitos de las vestiduras blancas con que habían sido adornados en el bautismo del sábado santo, para que pudieran mezclarse en adelante con la comunidad cristiana.
La misa se celebra en San Juan de Letrán, o donde también acudían por la tarde los neófitos con sus padrinos, para esta solemne deposición de los trajes bautismales. Antes de despojarse de ellos, el Papa les dirigía Una conmovedora plática, exhortándolos a la guarda de la inocencia.
Finalmente, se les entregaba un “Agnus Dei”, reliquia que ya había sido distribuida por el Papa a los cardenales, dignatarios eclesiásticos y fieles en general, en la misa de la mañana.
Domingo “in albis” I después de Pascua
Los neófitos, o recién bautizados, que habían asistido a la Misa y a los Oficios en corporación y con las vestiduras blancas del bautismo, durante toda la Semana de Pascua, aparecían este domingo en el templo con los trajes ordinarios y sin dichas vestiduras. Por eso se le denominaba antiguamente, y aún hoy se le denomina “in albis depositis”.
Estos neófitos habían sido los héroes de la sociedad cristiana durante aquellos días de Pascua, y al despedirlos hoy y reincorporarlos a sus trabajos y ocupaciones de siempre, los obispos los exhortaban en la perseverancia en el bien y a mantenerse en la inocencia bautismal. En una de sus homilías San Agustín los llamaba “brotes nacientes de santidad, plantas tiernas, enjambre novel, su flor y su honra y el fruto de su trabajo”.
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