domingo, 22 de mayo de 2022

Rogativas y Ascensión - Andrés Azcarate

La Ascensión de Nuestro Señor - John Singleton Copley

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Rogativas

Lunes, Martes y Miércoles anteriores a la Ascensión.

Corre por España y América hispánica un canto popular que dice, aludiendo a estos tres días: Lunes, Rogativas; Martes, Procesión; Miércoles, lo mismo; Jueves, la Ascensión.

Efectivamente, desde el siglo V, en que fue instituido en Viena de Francia, por su Obispo San Mamerto, y aceptado por Roma, siglos después para toda la Iglesia de Occidente, este triduo de Rogativas, que precede a la Ascensión, tiene por objeto atraer la misericordia de Dios sobre el mundo y alejar de él los incendios, pestes, plagas de todo género y toda clase de males físicos inmorales, que a veces suelen azotar a la humanidad, a causa de sus pecados.

Es también una manera de preparar la despedida de Jesús resucitado, y de confiarle a Él, nuestro Hermano mayor y nuestro Mediador, todas las necesidades y preocupaciones de la familia humana, para que interceda por ella ante el Padre celestial, a cuyo lado va a volver, después de haber consumado la obra de la Redención.

Las Rogativas constan de dos partes: las Letanías Mayores de los Santos, y la Misa.

En las Letanías de los Santos y Oraciones subsiguientes a nada ni a nadie se olvida.

Sigue una Misa especial, bella y conmovedora como pocas, en la que encarece la necesidad de la oración confiada y perseverante. Con ella sellamos magníficamente nuestras súplicas, poniendo como Mediador a Jesucristo, con quien nos ofrecemos al Padre celestial, en el Ofertorio, nos inmolamos en la Consagración, y nos incorporamos real y sustancialmente en la Comunión.

Así el rogar de la Misa es realmente el rogar “en nombre de Jesús”, que Él mismo nos recomienda en el Evangelio como condición para ser oídos por el Padre celestial. Hagámoslo, pues, con fe viva y abarquemos, por Cristo, con Cristo y en Cristo, todas las necesidades e intenciones de todo el Cuerpo místico, del cual es Él cabeza y nosotros miembros felices.

Miércoles después del Domingo V de Pascua

Vigilia de la Ascensión

El Miércoles de Rogativas es la Vigilia de la Ascensión, es decir, un día de preparación piadosa para esta magnífica fiesta de Nuestro Señor, fin y coronamiento esplendoroso de la Redención. Acaso se remonte esta fiesta al siglo IV. Es una Vigilia alegre, razón por la cual no hay ayuno ni abstinencia, se usan ornamentos blancos, y se dice “Gloria” en la Misa.

Ascensión del Señor a los Cielos

La Fiesta de la Ascensión es una de las más hermosas del año litúrgico, de una alegría dulce, suave y reposada, con dejos de santa tristeza, que la hacen aún más simpática al corazón cristiano y contemplativo. 

Es la inauguración oficial del Cielo por Jesucristo, quien lo conquistó con su muerte y resurrección, y nos lo brinda a todos como premio regalado de una vida santa, ajustada a su divina Ley. 

Ir, pues, al cielo, debe constituir nuestra ambición y nuestro ideal. Con la esperanza de ir a él y de gozar en él de goces inenarrables y eternos, debemos padecer con paciencia y hasta con amor las miserias de la tierra. ¡Arriba, pues, los corazones! ¡a vivir tan limpiamente, que merezcamos ver y amar a Dios para siempre y gozar con Él de la eterna bienaventuranza!

Terminado el Evangelio de la Santa Misa de la Ascensión, se apaga el Cirio Pascual, para indicar que Jesucristo resucitado, a quién estaba en el presbiterio representando desde el Sábado Santo, ha desaparecido de la tierra, con su Ascensión al Cielo.


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