San Miguel Arcángel |
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San Miguel es el “Príncipe de la Milicia Celestial”. Anteriormente, esta celebración señalaba el comienzo de una etapa litúrgica llamada “de los Ángeles”, pues en este día se honra en San Miguel a todas las jerarquías angélicas para que nos defiendan en la lucha contra Satanás y los espíritus inmundos que nos persiguen en la vida, y para que sea nuestro amparo, en la hora terrible del juicio, ante el tribunal de Dios.
“En aquellos días dio a entender Dios la revelación de Jesucristo, las cosas que pronto deben suceder, comunicándolas por su Ángel a Juan, su siervo” (Apocalipsis I, 1).
La revelación de Jesucristo, o las cosas que pronto deben suceder, es la manifestación de Nuestro Señor Jesucristo en la Parusía o Segunda Venida.
Desde sus comienzos el libro del Apocalipsis da a entender el inminente juicio de Dios sobre la humanidad, por medio de su Ángel, como ya lo había hecho al profeta Daniel, y al profeta Zacarías, donde también un Ángel es intermediario de la divina Revelación.
La Iglesia pone este texto del Apocalipsis en la Fiesta de San Miguel para darnos a entender que ese Ángel que revela estas cosas a San Juan es San Miguel.
“El cual (San Juan) dio testimonio de ser palabra de Dios y testificación de Jesucristo, todo cuanto ha visto. Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca” (Apocalipsis I, 2-3).
A causa de la bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio.
Para formarse una idea de la veneración en que el libro del Apocalipsis era tenido por la Iglesia, bastará saber lo que el IV Concilio de Toledo ordenó en el año 633:
“La autoridad de muchos concilios y los decretos sinodales de los santos Pontífices romanos prescriben que el Libro del Apocalipsis es de Juan el Evangelista, y determinaron que debe ser recibido entre los Libros divinos, pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, o no lo reconociera, o no lo predicara en la Iglesia durante el tiempo de las Misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión” (Enchiridion Biblicum No. 24).
El momento está cerca y hay que predicarlo. Esto es, el día de la segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo está cerca, y, si no se advierte esta verdad a los fieles, caemos en excomunión.
Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear (cf. 2 Timoteo IV, 8), estaba cerca en los albores del cristianismo ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos?
Con la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo vendrá el juicio “de vivos y muertos”, como decimos en el Credo.
En San Miguel Arcángel honramos a toda la jerarquía angelical quienes “en los cielos ven continuamente la faz del Padre Celestial” (San Mateo XVIII, 10).
A ellos les suplicamos seriamente que nos defiendan en la lucha contra Satanás y los espíritus inmundos que nos persiguen en la vida, y a San Miguel, para que sea nuestro amparo, en la hora terrible del juicio ante el tribunal de Dios. Amén.
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2023-09-29 San Miguel Arcángel – Apocalipsis I, 1-5 – San Mateo XVIII, 1-10