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Nuestra Señora de la Salette |
Hay una nueva forma de desprestigiar a Nuestra Señora de la Salette y a la Iglesia.
Algunos sostienen que lo que dijo Nuestra Señora de la Salette, que “Roma perderá la fe y será sede del Anticristo”, significa que el Papa iba a caer en herejía.
Pero Nuestra Señora no dijo que el Papa perdería la fe, sino Roma. Nuestra Señora no está hablando del Vicario de Cristo, sino de Roma.
Insistimos: está hablando de Roma, de la Babilonia de Roma, del lugar físico de la ciudad de Roma.
No está hablando del Papa, porque por gracia de Dios al conferirle la Infalibilidad en materia de fe y de moral, no puede perder la fe.
Pero los detractores del Dogma de la Infalibilidad insisten en que un Papa puede caer en herejía. Insisten en justificar esa herejía del modernismo. Los detractores siguen mostrando que aún son modernistas.
Tampoco está hablando Nuestra Señora de la Iglesia Católica, porque la Iglesia Católica jamás puede perder la fe. El infierno no puede prevalecer sobre ella.
El equívoco en que se nos quiere hacer caer es el de señalar a “Roma” como la Iglesia Católica. ¡Roma no es la Iglesia Católica!
Hubo un tiempo en que se decía “Roma” a la Iglesia Católica. ¡Pero ya no más!
Roma es ahora otra religión, que nada tiene que ver con la Iglesia Católica. Y a esto, no se lo entiende, o no se lo quiere entender.
Luego, es muy importante para nuestra fe, para un verdadero fiel católico, tener estos conceptos claros.
A la muerte de un Papa se sigue siempre un período de sede-vacante, que no suele ser muy largo, hasta que se elige un nuevo Papa, un verdadero Vicario de Cristo.
Pero en algunos momentos de la historia de la Iglesia ha sucedido que la Sede de Roma fue usurpada por anti-papas, autoproclamándose Obispo de Roma, autoridad suprema de la Iglesia, la Israel de Dios, en oposición a un Papa legítimamente elegido.
Esto ocurrió por simonía, o conveniencias políticas y económicas entre los reinos de Europa.
Ahora bien, si bien estos antipapas eran unos impostores, es necesario decir que ninguno de ellos fue antipapa por haber sido un hereje, sino por haber cometido fraude.
Eran personas dudosas en cuanto a su moralidad, pero no dudosas en cuanto a su doctrina. ¡Ningún verdadero Papa y ningún impostor ha sido o caído jamás en herejía!
Por eso, cuando Nuestra Señora de la Salette dice que “Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo” no se refiere a la caída de un Papa en herejía sino a los hechos que se siguieron a la muerte de Pío XII, en los umbrales del Vaticano II.
Roma perdió la fe y se convirtió en la sede del Anticristo a la muerte del último verdadero Vicario de Cristo. La Sede quedó vacante, y nunca más se repuso un verdadero Vicario de Cristo hasta el día de hoy.
Fue la muerte de Pío XII el momento en que la Iglesia quedó eclipsada, pues ya no había Obispos aptos para ser elegido Papa verdadero, ni en número, ni en doctrina.
Si bien estos Obispos eran válidamente consagrados y por ende podían trasmitir la sucesión, estaban ya fuera de la Iglesia por ser herejes, es decir, eran ya miembros de otra iglesia, la que actualmente eclipsa la verdadera Iglesia Católica.
Eran ya “no católicos” por herejes, y eligieron a un “no católico”, Roncalli, Juan XXIII, autoridad de la iglesia que eclipsó la verdadera Iglesia Católica. Roncalli jamás fue Papa de la Iglesia Católica, aunque haya sido la autoridad de la iglesia falsa.
Ciertamente, e indiscutiblemente, Roncalli se hizo llamar “Papa” de la Iglesia Católica, usurpando así el lugar físico (el lugar Santo) que ocupaba la Iglesia Católica, la Israel de Dios, hasta ese momento.
La actual Roma es otra iglesia, otra doctrina, otros sacramentos. No es la Iglesia Católica.
Quien siga esta nueva religión está fuera de la Iglesia Católica, por estar en comunión con los herejes. Es un maldito, un anatema.
Y quienes pretenden ser sedevacantistas aceptando como último Vicario de Cristo a Ratzinger, Benedicto XVI, es doblemente maldito y anatema.
¡Ven Señor Jesús! ¡Ven pronto!