Los maestros judíos no eran unánimes con respecto a cuál era el más grande de todos los mandamientos. Algunos decían que era la circuncisión; otros, la oración; otros, la ofrenda de sacrificios; y otros, guardar el Sábado.
Pero no fue por el propósito de ser instruidos que los Fariseos pusieron esta pregunta sino solo para tender una trampa a Jesús. Mas Jesús los hizo silenciar, poniéndoles a su vez una pregunta que no supieron contestar.