Primer Domingo de Pasión
Rúbrica
Desde hoy hasta el sábado Santo exclusive, en las misas del tiempo se omiten el salmo “Judica me”, y el “Gloria Patri”, para darnos la impresión de mayor tristeza y severidad.
El Cumplimiento Pascual
La cuaresma está ya adelantada. Pronto asomará la Pascua y entraremos en los conmovedores misterios de la Semana Santa.
Hoy mismo, Domingo de Pasión, aparecen los altares y las estatuas cubiertos de luto, anunciando el luto y el duelo de la Iglesia y de todos sus buenos hijos, por la vecina muerte del Salvador.
¿Cuántos años hace que no te confiesas? ¿Por qué no lo has hecho? ¿Por qué estás resuelto a no hacerlo tampoco este año? ¿Tienes miedo a no ser perdonado? ¿Te parecen demasiado grandes y numerosos tus pecados?
Si piensas así, irrogas gravísima injuria al Salvador, que murió por ti y por ti derramó su sangre. A Dios no le asustan tus pecados, pues desea perdonártelos; en cambio le ofende tu poca confianza en Él, que es misericordioso y perdonador hasta el infinito.
Confiésate, pues, y vuelca en el corazón de Jesús tus miserias, que Él te las trocará por riquezas de gracias. A esta confesión bien hecha y a la comunión que le sigue es a lo que se llama Cumplimiento Pascual. No lo demores más.
Semana Santa
Los más grandes misterios de nuestra redención, es decir: la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, fueron celebrados por la Santa Madre Iglesia, desde la época apostólica, todos los años, con singular recordación.
Ante todo, se rememoraron los momentos más importantes de dichos misterios en un triduo especial, llamado—según San Agustín—de Cristo crucificado, sepultado y resucitado; se agregó luego la solemne conmemoración de la Institución de la Santísima Eucaristía; y finalmente, en el Domingo que precede inmediatamente la Pasión, se incluyó la celebración litúrgica de la entrada triunfal de Nuestro Señor, Rey y Mesías, en la ciudad santa de Jerusalén.
Así surgió esa especial semana litúrgica, que, por la importancia de los misterios en ella conmemorados, recibió la denominación de Semana Santa, y fue enriquecida con ritos especialmente espléndidos y piadosos.
Es, pues, ésta, una semana de santas e íntimas emociones, muy apropiadas para afianzar nuestra fe y para la conversión de los pecadores.
Las misas y los oficios de estos santos días nos pintan en vivo la perversidad y la ingratitud de los hombres para con Dios y la mansedumbre y el amor entrañable de Jesús con sus enemigos y para con la pobre humanidad.
Por lo mismo, es una semana de consuelo y de luto, a la vez, pero de un luto reconfortador.
Los ayunos y las abstinencias, los sermones especiales, los viacrucis solemnes, las visitas a los templos, los cantos graves de los oficios y los textos sagrados, todo en estos días nos convida a la compunción del corazón.
Una buena y reformadora confesión, con una fervorosa comunión, será el fruto inmediato más precioso de esta semana de salvación.
Domingo Segundo de Pasión, o de Ramos
Los antiguos llamaban a este día Pascua Florida, y nosotros lo llamamos Domingo de Ramos. En realidad, ambos nombres nos sugieren la misma idea de alegría y de triunfo, en torno al mismo hecho histórico de la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén, pocos días antes de su pasión y muerte.
La Iglesia ha sabido grabar y perpetuar este acontecimiento en el pueblo cristiano, dedicándole el primer día de la Semana Santa y dándole extraordinario relieve en la liturgia del día.
El misal Romano divide la liturgia de hoy en tres partes:
Bendición de los Ramos
Procesión de los Ramos
Misa del día, con el canto de la Pasión, según San Mateo
Bendición y distribución de los Ramos
Para que la procesión de los Ramos, rito central de la primera parte de la liturgia de hoy, revista un aspecto lo más sagrado posible, la Iglesia empieza por bendecir y santificar los Ramos y Palmas, convirtiéndolas en objetos piadosos y enriqueciéndolos de un alto simbolismo.
Procesión de los Ramos
Con esta procesión intenta la Iglesia reproducir de alguna manera la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, tal día como hoy, así como también darnos una idea de la entrada del mismo Jesús y del alma fiel en el cielo.
Para que esta procesión sea de parte de cada alma un digno homenaje a Cristo Rey, se debe asistir a ella con fe viva y con devoción, y con el Ramo en alto.
Misa del Día
Con la procesión cesa la nota alegre y triunfal de este día y se apodera del templo y de los oficios litúrgicos un sentimiento de profundo dolor. Éste llega a su colmo con el canto de la historia de la Pasión de Jesús, según San Mateo, que reemplaza al pasaje acostumbrado del Evangelio.
El Uso de los Ramos Benditos
Los cristianos se retiran del templo llevando ufanos a sus casas los Ramos benditos. Estos Ramos deben ser guardados con respeto y colocados en algún lugar decente del hogar. Sirven para protegerlo contra los rayos e incendios y para ahuyentar a los demonios.
En algunos países hacen con ellos cruces pequeñas, que clavan en los viñedos, olivares, huertos y sembrados, para preservarlos de los pedriscos y pestes. Para todo esto, en efecto, pueden usarse, toda vez que son cosas benditas y, como tales, vehículos de la celestial protección.
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