“De cavar no soy capaz; mendigar me da vergüenza” (San Lucas XVI, 3) |
*
La alabanza y admiración de Nuestro Señor por el administrador no es por el fondo inmoral de su proceder sino por su sagacidad, es decir, por la habilidad con que obró para no quedarse de repente en la calle. Hay que entender bien, Dios no alaba la inmoralidad.