Fieles Arrodillados ante la Santa Misa |
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El valor de la Misa, en cuanto a su suficiencia, es infinito, tanto en la extensión como en la intensidad, y ello a causa de la dignidad del Pontífice y de la Hostia, que es el mismo Jesucristo.
Belén en la Antigüedad |
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El Adviento (del latín ADVENTUS, “advenimiento”) es un tiempo de preparación para el Nacimiento de Jesucristo, en Belén, y representa los cuatro mil y más años que estuvieron los del Antiguo Testamento aguardando la venida del Mesías. Por esta razón, el Adviento es un tiempo de sana ansiedad, y de santa impaciencia.
Ángeles Presentes en el Sacrificio de la Santa Misa |
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El Año Litúrgico o eclesiástico es la combinación del año lunar, solar y civil, hecha por la Iglesia en orden a santificar el tiempo, dedicándoselo a Dios, mediante la celebración sucesiva de los principales Misterios de la Vida de Jesucristo, su divino fundador y de las fiestas de los Santos.
Detalle del Anticristo (con el Diablo) - Luca Signorelli |
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“Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo…” (San Mateo XXIV, 15). Éste es el ultimo Domingo del año litúrgico. El próximo será el Primer Domingo de Adviento, y comenzaremos un nuevo año.
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En 1958, antes de la elección de Juan XXIII, el Gobierno de los Estados Unidos ya sabía del fraude que se iba a cometer en ese cónclave.
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I - Doctrina General
La Santa Misa es el Sacrificio en el cual se ofrece y se inmola incruentamente Jesucristo, Dios y hombre verdadero, bajo las especies del pan y del vino, por ministerio del Sacerdote-celebrante; para reconocer el supremo dominio de Dios y aplicarnos a nosotros las satisfacciones y méritos de su Pasión y Muerte.
John Martin: Destruction of Pompeii and Herculaneum. 1822. |
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Hoy Dios nos dice “Declararé las cosas ocultas desde la creación” (San Mateo XIII, 35). Cada día que pasa las Escrituras se vuelven más y más claras, porque el Señor en su misericordia va mostrando las cosas ocultas que solo podían ser manifestadas a su debido tiempo.
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¡Sí!, leíste bien…. “Bienaventurados los mancos”. No fue un error, no quise decir los “mansos”, aunque también los “mansos” son bienaventurados.
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Nuestro Señor Jesucristo soportó en este mundo todo el peso del mal. Así lo describe magníficamente el salmo:
“Mi alma está saciada de males,
y mi vida al borde del sepulcro…
Has alejado de mí a los amigos,
me has hecho objeto de abominación para ellos;
me encuentro encerrado, sin poder salir.
Mis ojos flaquean de miseria…
vivo muriendo desde niño;
soporté tus terrores y ya no puedo más…
mi familia son las tinieblas”
(Salmo LXXXVIII, 4.9.10.16.19)
Ella misma comprendió, por experiencia propia, la condición de las almas de los fieles en el Purgatorio. Allí es donde se purifican de la herrumbre de las imperfecciones y de las manchas de los pecados.
Las almas van al Purgatorio por decreto divino de Dios. Una vez allí, ya no pueden reflexionar más sobre sí mismas. Es decir, no pueden decir frase tales como: “Estoy aquí por tales y tales pecados”; o, “Merezco estar aquí”; o, “Ojalá hubiera tenido la dicha de no cometer tales y tales pecados… estaría en este momento en el Paraíso”.
No conservan ningún recuerdo del bien, ni del mal, propio, ni ajeno. Están, sin embargo, muy contentas con las disposiciones de Dios y con hacer todo lo que agrada a Dios, y de la manera que a Él le agrada. Por esto, no pueden pensar en sí mismas, aunque se esforzaran por hacerlo.